En Bolonia, en la provincia de Emilia, beata Diana de Andalò, virgen, la cual, superando todas las dificultades de su familia, prometió ante santo Domingo abrazar la vida claustral e ingresó en el monasterio de Santa Inés, que ella misma había fundado.
En Castro Fiorentino, en la Toscana, santa Viridiana o Veridiana, virgen, que vivió como reclusa desde la juventud hasta la ancianidad (1236/1242).
En la ciudad de Marienwerder (hoy Kwidzyn), en la Prusia polaca, beata Dorotea de Montau, que al quedar viuda se hizo construir una celda junto a la catedral para ocuparla como reclusa, viviendo entregada a la oración y a la penitencia.