Beato Peregrino de Falerone
- Nombre
- Peregrino (Masculino)
- Significado
- Que va por el campo, de origen Latín
- Otros santos
- Otros santos con nombre Peregrino
- Nació
- en Falerone, en el actual Italia
- Falleció
- en San Severino Marche, en el actual Italia
- Proceso
-
- Canonizado el 1821 por Pío VII
- Celebración
- 27 de marzo
- Religioso
- de la Orden de Frailes Menores
Vida de Beato Peregrino de Falerone
Nació en Falerone hacia el 1200 y murió en Septembeda, Italia, hacia el 1232.
El nombre le viene de maravilla a la realidad de su vida posterior. Toda su profunda religiosidad comenzó cuando iba de paso por Bolonia de vuelta de una peregrinación a Tierra Santa.
Resulta que san Francisco de Asís estaba predicando en la plaza de la ciudad. Las palabras que decía el santo, eran éstas: Como flechas lanzadas por el arquero divino, se le en “Las florecillas”, sus palabras penetraban en las almas, y muchas que lo oyeron, renunciaron a su vida pecadora para abrazar la penitencia
.
Entre los oyentes había dos jóvenes estudiantes, hijos de familias nobles. Sin que tuvieran la menor duda, se acercaron a Francisco para rogarle que les dejase entrar en la Orden.
Iluminado por el Espíritu Santo, Francisco adivinó en seguida el tipo de vida que llevaban y lo que les convenía.
Se dirigió a ellos y les dijo: "Tú, Pelerino, llevarás una vida modesta; tú, Rizzier, serás ministro de tus hermanos".
Y sucedió tal y como se lo había dicho a cada uno. Pelerino nunca consintió en ser sacerdote, aunque se pasó la vida entre cartas y Decretales.
Esta humildad le valió el que pudiera llegar a una alta perfección y la gracia de sentir el arrepentimiento en lo más hondo de sí mismo, al mismo tiempo que un gran amor a Cristo.
Devorado por la sed del martirio, salió para Jerusalén para visitar los Santos Lugares. Con el libro de los Evangelios en la mano, siguió el camino del Dios hecho hombre.
Cuando llegó a ellos, se arrodilló, regó el suelo con sus lágrimas y besó los lugares por donde había estado el Señor. El resto de su vida lo pasó en una ermita de Marche de Ancona, en donde se desarrolla la segunda parte de “Las florecillas”.
Su culto ha sido oficialmente reconocido por Pío VII el 31 de Julio de 1821.
(P. Felipe Santos)